Resumen:
El turismo es una de las industrias más dinámicas y de mayor crecimiento en el mundo, con un impacto significativo en las economías, las culturas y el medio ambiente. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2019, antes de la pandemia de COVID-19, los arribos de turistas internacionales alcanzaron los 1,5 mil millones, generando aproximadamente 1,7 billones de dólares en ingresos por exportaciones (OMT, 2020). Este crecimiento ha sido impulsado por una combinación de factores, incluidos el aumento de la conectividad global, la expansión de la clase media y el desarrollo de infraestructuras turísticas.
En las últimas seis décadas, el turismo experimentó una continua expansión y diversificación, convirtiéndose en uno de los sectores económicos de mayor envergadura y crecimiento del mundo. No obstante, no se debe sobrevalorar los impactos positivos. Es preciso estudiar y analizar sus limitantes, determinadas en gran medida por el surgimiento de nuevas necesidades del turista actual, quien demanda entre otras ofertas turísticas las encaminadas hacia áreas protegidas, comunidades indígenas o zonas de gran fragilidad ambiental. De ahí que, se hace necesario establecer límites ambientales y sociales dentro de los que se destaca la capacidad de carga, el manejo de desechos, el uso y organización de los recursos turísticos y el fortalecimiento de la identidad cultural, con el fin de que la actividad realmente genere incentivos a la conservación y el desarrollo local.